La Batalla del Cabo San Vicente fue un combate naval entre las escuadras españolas y británicas que se desarrolló a principios de 1797 frente al cabo San Vicente, localizado en el extremo occidental de la costa portuguesa. En aquel momento, España se encontraba aliada con Francia por medio del Tratado de San Ildefonso, comprometiendo al país peninsular a declararle la guerra a Inglaterra.
La escuadra española, compuesta por unos 32 buques, partió desde Cartagena en dirección a Cádiz para enfrentarse a la escuadra inglesa. Entre los barcos españoles se encontraba el que por aquel entonces era el mayor navío de línea del mundo, el Santísima Trinidad, buque insignia de la flota que será hundido en la Batalla de Trafalgar en 1805.
La escuadra británica por su parte, estaba compuesta por unos 18 navíos comandados por el almirante John Jervis. Estos habían interceptado a la flota española que se trasladaba al puerto gaditano y se preparaban para el confrontamiento.
Pese a que los españoles tenían ventaja de 2 barcos a 1 contra los británicos, los navíos hispanos se encontraban divididos en dos grupos mal dispuestos para combatir, mientras que los ingleses conservaban una formación en línea, que les permitió optimizar el uso de sus cañones e impedía a los navíos españoles usar los suyos, a la vez que impedía que la flota hispana huyera de Cádiz.
La batalla se saldó con una derrota española. De los 24 navíos hispanos, 7 entraron en combate, llegándose a perder 4 de ellos, e incluso se pudo llegar a perder el buque insignia, el Santísima Trinidad, de no ser por la actuación del Infante don Pelayo, que acudió en su ayuda cuando ya había arriado la bandera, y amenazó con cañonearlo si no volvía a levantar el pabellón.
En esta batalla, la escuadra británica demostró que pese a hallarse en inferioridad numérica, la disciplina y el entrenamiento de sus marinos eran cruciales para convertir a la Royal Navy en un arma de guerra imbatible.
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